miércoles, 1 de mayo de 2013

"Ciclón", una infancia sin palabras

Hay veces que las personas necesitan un descanso. Para coger fuerzas, para, como dicen ahora, recargar las pilas, cambiar el "chip" por un momento para volver de nuevo a la rutina. Algunos necesitan viajar, otros dormir, hacer deporte, salir de marcha... Personalmente, mi descanso es el campo. Comer rápido y temprano, que se acaben las prisas ahí, y bajar al campo hasta el atardecer. Sentarme debajo de un árbol, en una piedra, en el suelo entre la hierba. Da igual, eso es lo de menos. Pasar la tarde y disfrutar. Hay veces que ves cosas especiales, como el canto de una perdiz, el juego de un becerro, una pelea de toros... pero otras ves pasar una tarde sin más, ves a las vacas pastar a lo lejos, la hierba mecida por el viento, la mariposa que vuela libre mientras el sol va cayendo y la tarde se va. Todo eso me relaja. Dejo la tarde en manos de la naturaleza y ella me responde.

El último día que estuve en el campo me senté entre la hierba. Las vacas estaban a lo lejos pero, por no molestar, no quise acercarme más. El olor a flores y a campo invadía el ambiente. Parecía ser unos de esos días en los que disfrutas viendo pasar la tarde sin más, pero la naturaleza tenía algo guardado. Las vacas se fueron acercando, poco a poco, mientras comían. Al rato estaba rodeado por ellas, seguían pastando y hasta escuchaba como arrancaban la hierba. Alguna cuando se acercaba demasiado me miraba con indiferencia y seguía a su menester sin hacerme ningún caso. Hasta que llegó él, el semental, Ciclón. Estaba entre las vacas y me vió. Se paró cerca y me miró. Entonces me habló. Los animales te hablan sin palabras, con su mirada, con sus gestos, con sus movimientos. Él se quedó allí quieto, mirándome fijamente y empezó a hablarme. Me contó con su mirada que recordaba cada mañana aquel día frío cuando su madre murió y Pepón lo recogió del arroyo. El paso de la yegua mientras sus patas rozaban las crines y Pepe lo sujetaba con sus manos. Me contó el miedo que pasó la primera vez que mamó de aquella cabra a la que llamaban "Ciclona", que después le cogió cariño y que, aunque algunas veces le daba en el hocico con las patas, sabe que a su leche le debe la vida.

Me contó que la leche de aquella cabra le dió la vida
 Entre tanto una vaca lo distrajo y se fue durante un rato. Esperé paciente sentado en la hierba y pasado un tiempo se acercó de nuevo. Volvió a mirarme fijamente y en su mirada pude leer que tenía un amigo. Que era un niño, de su misma edad, llamado Darío y que era nieto de Pepón. Me dijo que recordaba cuando, por primera vez, Pepe lo montó en su lomo. Eran dos niños, uno todavía llevaba pañales y el otro apenas si tenía pitones. Me contó que, a pesar de su bravura, no pudo hacerle nada y que aceptó esa amistad como agradecimiento a Pepón, era consciente de que aquel hombre le había salvado la vida.

Ciclón y el nieto de Pepón se conocieron de pequeños...
...cuando uno llevaba pañales y el otro apenas tenía pitones 
Me dijo que como tienen la misma edad, Pepe celebra su cumpleaños y el de su nieto juntándolos de nuevo como cuando se conocieron. Le había cogido cariño y la amistad se había consagrado.

Me dijo que se veían todos los años...
...y que Pepón lo montaba en su lomo como hacían de pequeños
Unas moscas le entretuvieron un momento y al poco tiempo volvió a centrar su atención en mí. Su noble mirada me contaba que aquel chiquillo había ido cambiando poco a poco. Que ya tenía más confianza con él y se quedaba un buen rato él solo sobre su lomo. Que había crecido y había cambiado los pañales por alguna camiseta de fútbol y que pesaba más, pero que a él no le importaba, esa amistad era una demostración de lealtad y de agradecimiento hacia el amor del hombre, hacia Pepón.


De nuevo vino la vaca en busca de su atención y Ciclón se fue. Esta vez tardó más tiempo en volver. Lo veía a lo lejos bastante ocupado intentando cortejar a aquella hembra y pensé que no volvería. Ya era tarde, apenas había sol y había que volver a casa. Me levanté del suelo y me fui andando en busca del coche, pero cuando vió que me alejaba Ciclón me volvió a mirar y pareció que me dijo que, a pesar de estar ajetreado, esperaba la vuelta de Pepón con su nieto para celebrar el siguiente cumpleaños.


Lo observé unos segundos más y me fui andando despacio de allí. La sonrisa no me cabía en la cara. No sabía si aquello era realidad o lo que reflejaba la mirada de aquel toro no era lo que yo vi. La tarde había pasado volando y parecía un sueño. ¿Había hablado con un toro? No sé, fue algo extraño que jamás olvidaré, una tarde fugaz y la mirada de aquel toro. Una historia demasiado perfecta para ser real, pero es lo que tienen los animales y la naturaleza, que hay días que te sorprenden con algo especial...

12 comentarios:

  1. Me encantan las fotos Alberto! Dios, lo grande que puede ser el corazón de un toro bravo. No sé, pero parece que a través de tus entradas sobre ciclón, cierro los ojos y parece que lo veo entre las vacas. Eso sí, la foto del nieto de Pepón sobre Ciclón con la camiseta de España... ¡No tiene precio!.

    Por cierto, antes de despedirme te voy a confesar algo ahora que no nos escucha nadie: Si que se habla con ellos aunque muchos no lo entiendan.

    Un abrazo.

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    1. MARIN: Pues lo de las fotos hay que agradecerselo a Juan Manuel. Él ha sido el que me las ha cedido para poder ponerlas en el blog. Excepto la última todas son suyas. Desde aquí se lo vuelvo a agradecer.

      No lo quise poner directamente porque igual me tachaban de "loco" pero si que se habla con ellos. Mi hermano dice que algunos le "gritan" que van a salir buenos y el año pasado acertó de seis toros cinco. Así que algo de hablar si que hay.

      Un abrazo.

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  2. Alberto tienes "un Don" y plasmas tu sentimientos a la perfección con la escritura. Haces que cierre los ojos y veo y siento lo mismo que tú. Está historia de Ciclón que estas contando está tocando mi fibra sensible cada vez que la leo, me emociono un montón por la parte que me toca. Gracias nuevamente de todo corazón. Un abrazo de Juan Manuel Calderón

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    1. Juan Manuel: Con una historia tan bonita no es difícil plasmar los sentimientos. Esta historia es preciosa y parece algo demasiado perfecto para ser real y solo contándola ya emociona. No es mérito mío, yo solo me ocupo de redactarlo, el mérito es de Pepón y de Ciclón que hacen posible que yo pueda escribirlo. El mérito es de ellos.

      Gracias a ti Juan Manuel. Un abrazo.

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  3. Nada de añadir a los comentarios: yo soy como los compañeros bajo el encantamiento de la historia de Ciclon, sobre todo de la manera que la contas, con arte y con amor de la belleza de la naturaleza que sabemos difrutar.
    Felicidades, y un abrazo, Alberto, veterinario te conviene a la perfección

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    1. Pedrito: Muchísimas gracias. Me alegro mucho de que te haya enganchado la historia de Ciclón, es una historia preciosa que no se ve todos los días, pero vuelvo a repetir que el mérito no es mío, el mérito es de Pepón y de Ciclón.

      Un abrazo Pedrito y de nuevo muchas gracias.

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  4. Señor Ariza, de la ostia ,pero que bonito oiga, pero que bonito.
    Un saludo.
    Kaparra

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    1. Kaparra: Muchas gracias. Es una historia preciosa gracias a Pepón y a Ciclón.

      Un saludo y de nuevo gracias.

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  5. Alberto:
    ¡Señor, señor! que cosa tan bonita, tan sentida, tan sencilla, tan grande. Chico, ya te han dicho los demás compañeros muchas cosas y yo realmente no sé qué decir, me limito a sentir lo leído y a creerme que estoy en el campo, si hasta he pensado que igual la hierba estaba mojada. Eso sí, si alguien no cree que hablas con Ciclón, es que le falta un tornillo y la sensibilidad que a ti te sobre. Y permíteme que te dedique un Ole, ole y ole. Y no hay más na'.
    Un abrazo

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    1. Enrique: Los méritos a Ciclón y a Pepón. Con una historia tan bonita cualquiera escribe y emociona.

      Lo de hablar no es solo con Ciclón, se habla en el campo con casi todos. Los animales tienen su idioma y te dicen las cosas con letras muy grandes y gordas, solo hay que prestar atención y leerlas. Cualquiera que me escuche dirá que estoy loco, pero es que hay que estar un poco loco...

      Un abrazo Enrique y muchísimas gracias.

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  6. Joder vaya sentimiento en ese texto hay imprimido te felicito chaval es una entrada de un blog pero es digno de un capítulo del más prestigioso libro de toros

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  7. Carlos:

    Creo que exageras. Es una historia contada como es, no tiene nada especial. El sentimiento ya lo pone la propia historia, eso es mérito de Ciclón, de Pepón y de su nieto. Yo solo he sido un afortunado de conocer esta historia de primera mano, pero nada más. Así que todo el mérito es de ellos.

    Un abrazo y ¡muchas gracias!

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