viernes, 31 de mayo de 2013

La Hora de los Exámenes...

Llegó la hora de los exámenes...

...se acabaron los juegos...
...y toca cabrearse...
...levantar la cabeza...
...crecerse ante el castigo...
...y luchar.
Después llegará el momento de tirarlo todo por alto...
...y volver a casa...
...para descansar...
...y levantarnos...
...cuando el campo nos llame...
...para volver a disfrutar...
...de la bella naturaleza...
...del campo...
...y, por supuesto, del TORO
Nota: Debido a los exámenes estaré ausente durante unos días por aquí y por otros blogs amigos. Los exámenes no dejan tiempo para nada. Espero que os hayan gustado las fotos y pido disculpas por lo dicho. Un saludo a todos.

martes, 21 de mayo de 2013

Un Pelo Raro...

Me encantan los pelos y particularidades del toro de lidia. Las ganaderías con variedad de pintas me apasionan y siempre me llaman la atención aquellos animales que destacan por su pelo del resto de la camada. He visto muchas cosas "raras" o poco vistas, pero como la particularidad de este añojo nunca había visto nada. Algunos cárdenos presentan algunas manchas negras pero ¿una pata al completo en un becerro cárdeno claro?


Este precioso animal posee solo su extremidad posterior derecha negra incluido los testículos. El resto es todo cárdeno claro. Y no tengo ni idea de como se llama esta particularidad. Espero que con la ayuda de todos podamos definirlo, porque yo solo no soy capaz.


Con cosas como éstas se multiplica mi afición hacia el toro bravo y a sus pelos y pintas, porque ¿Qué hay más bonito que ir paseando por el campo y encontrarte con este maravilloso animal, rareza de la genética o como quieran ustedes llamarlo? Si es que ustedes saben llamarlo de alguna forma, porque particularmente yo no tengo ni idea...


jueves, 16 de mayo de 2013

De ídolo a leyenda: D.Álvaro Domecq

El otro día fue mi cumpleaños y me puse a pensar en lo rápido que va pasando la vida. Era de estos días en los que te entra la nostalgia y me vino a la cabeza mi niñez. De la mano de ese pensamiento vinieron algunos toros y caballos, algunos momentos especiales y, no se muy bien porqué, acabó en mi pensamiento mi ídolo de la infancia.

Todos los niños tienen un ídolo, un ser superior al que idolatran e intentan imitar, un héroe. Algunos niños tienen siempre en su mente un jugador de fútbol, un personaje de la tele, un héroe tipo "Batman" o incluso, y ya menos, un torero. Pero yo tenía a un ganadero, a D.Álvaro Domecq y Díez. No sé si sería por lo que me hablaban los vaqueros o por los comentarios de mi abuelo, lo cierto es que siempre estaba pensando en ese hombre.

D.Álvaro Domecq y Díez
Al principio me llamaban la atención los fabulosos caballos de rejoneo, el precioso cortijo de "Los Alburejos" o aquellos toros tan bonitos con esas capas multicolores. Recuerdo como cada San Fermín, siendo muy pequeño, me levantaba a las siete y me ponía un pañuelo rojo en el cuello. Veía todos los encierros pero siempre esperaba con especial nerviosismo la carrera de los toros de Torrestrella y ver algún toro burraco de los que mandaba D.Álvaro.

Los "burraquitos" de Torrestrella siempre llamaban mi atención
Posteriormente me enteré que este hombre era un enamorado del campo bravo y que realizaba en su ganadería tentaderos de machos a campo abierto. Me contaban que los vaqueros vestían de corto y se ponían los zahones y derribaban a aquellos becerros variopintos que dos años después corrían por la Estafeta.

Los vaqueros de D.Álvaro realizaban el tentadero de machos a la perfección
Conforme iba creciendo la ganadería de Torrestrella me iba enganchando más y buscaba fotos de los toros, intentaba ver videos de los caballos de rejoneo y de acoso. Para mí la casa de D.Álvaro era el paraíso, allí se unían toros preciosos y una ganadería de leyenda, caballos de élite, de rejoneo, de campo y de alta escuela, tradiciones de campo y gente sabia. Soñaba en visitar un día aquella finca que estaba tan solo a diez minutos de mi casa pero que para mí resultaba inalcanzable.

Soñaba con los preciosos caballos de rejoneo y alta escuela
Cuando mi edad avanzaba e iba manejando con más soltura internet descubrí que mi ídolo había escrito dos libros. Ese año le pedí a los Reyes Magos uno de ellos y cuando lo tuve entre las manos no podía parar de leerlo. Me viene a la memoria que después de haberlo leído miles de veces lo dejaba en la mesita de noche y antes de dormir lo abría por cualquier página y me leía dos o tres capítulos. "El toro bravo" multiplicó aun más la pasión por aquel hombre, pues descubrí que era un sabio de la ganadería, como un "mago" del toro bravo y su entorno, un ser especial que sabía del toro como nadie.

Y llegó el día en que pude conocer a mi ídolo. Fue una tarde de invierno de principios de 2005. El mayoral de la ganadería, el gran Juan Cid, me invitó a ver un espectáculo de caballos. Los nervios me podían y la ilusión de pasear por los patios de "Los Alburejos" era algo que jamás olvidaré. Cuando andaba por allí observando aquellas maravillas de caballos me giré y, a lo lejos, estaba él. Sentado en su silla de ruedas, bastante mayor pero todavía con su gorra de campo puesta. Me impresionó. Por un momento pensé en acercarme y saludarle pero no fui capaz, tampoco hacía falta. Pese a los nervios que me corrían por dentro me quedé como una estatua, plantado y sin dejar de poder observarle. Por cada arruga de su cara salía sabiduría, sabiduría de toro bravo, de campo y de caballos. Cuando volví a casa parecía estar en un sueño. Aquella imagen no se iba de mi pensamiento y recuerdo que al día siguiente me volví a leer uno de sus libros entero.

Allí, en uno de los patios de "Los Alburejos", pude verle por primera vez
Tras mi encuentro con D.Álvaro estuve en una nube hasta el mes de Abril. El día 15 de dicho mes fue otro día especial. Fuí por primera vez a La Maestranza. La ganadería, como no podía ser de otra forma, era Torrestrella. Fue una corrida que nunca olvidaré. Llegaron rumores de que D.Álvaro estaba malo y no la podía presenciar. Recuerdo que iban saliendo toros y ninguno destacaba, salvo la acometividad que tuvo en banderillas un colorado acapachado, pero nada más. Aún así seguía sin perder la esperanza. Hasta que salió el quinto, "Ojosnegros" de nombre. Era negro, también acapachado, y derrochó un galope y una clase fuera de lo normal. Algo pasó aquella tarde y con aquel toro. Fue algo especial. Se le pidió el indulto y le dieron la vuelta al ruedo. Luego vi la corrida por televisión y creo que fue algo exagerado, pero había que vivirlo allí. Con ese toro algo mágico envolvió a la Maestranza y no supe que era, lo único que sabía era que tenía de punta hasta los pelos de la cabeza y que D.Álvaro postrado en la cama se sentiría orgulloso.

"Ojosnegros" embistiendo aquella tarde mágica
Pasó el verano y no supe nada más ni de D.Álvaro ni de Torrestrella. Como todos los años no me perdí ningún encierro pero en esa feria de San Fermín no estaban anunciados los toros de "Los Alburejos". Seguí soñando con aquel hombre, con las lecturas de sus libros, con el recuerdo de aquel quinto toro y con los caballos de rejoneo. Hasta que un día de Octubre llegó a mis oídos la nefasta noticia, D.Álvaro había fallecido. Entonces entendí que aquello mágico que sentí en Sevilla, aquel "Ojosnegros" fue su despedida. Atrás quedaron las esperanzas de hablarle algún día, de escuchar algunas de sus historias. Se fue el ser humano, la persona, pero mi ídolo seguía ahí.

Posteriormente he visitado "Los Alburejos" y no se ha ido. En cada patio, en las crines de cada caballo, en la mirada de cada toro, está él. Y pensando en mi infancia creo que siempre lo he tenido en la cabeza, pues sus libros siempre me acompañan y cada vez que veo un toro pongo en práctica lo que él me enseñó con sus escritos. Fue un sabio del toro, aquel que creó el paraíso de "Los Alburejos", el que tocó con los dedos el secreto de la bravura y se la impregnó a aquellos toros burracos. Fue un ídolo de infancia y hoy no es recuerdo, es un mago del toro convertido en leyenda, en leyenda de juventud.

martes, 7 de mayo de 2013

Viviendo del toro (I)

Hay personas que no entienden que me apasionen los animales y que, a la vez, me gusten tanto los toros. Siempre utilizan los mismos tópicos. Uno de ellos, el más común, es el de "criar a un animal para verlo sufrir". Y no entienden que existan veterinarios a los que les guste la tauromaquia y el toro bravo. Creen que ambas cosas son imposibles, incompatibles, que no tienen nada que ver. Piensan que el amor a los animales no puede estar unido al toreo. Y se equivocan completamente, al menos desde mi punto de vista.

No saben que el toro que se lidia en la plaza, con su muerte, posibilita la vida a otros animales. No hay que pensar mucho para saber que si no existiesen las corridas de toros el toro bravo desaparecería y que él engloba a muchas vacas, sementales y becerros. Pero aún así los antitaurinos justifican la desaparición de todos estos animales pertenecientes a la raza bovina de lidia. Ahí su amor por los animales se "tambalea" un poco. De todos modos si ahondasen más en la materia se darían cuenta que la desaparición del toro bravo se llevaría de la mano a muchos seres vivos más.

No hay que decir que, en un país donde no sobran especialmente, se perderían muchos puestos de trabajo. Pero suponiendo que a los antitaurinos las personas que rodean al toro y todas sus tradiciones les dan igual, suponiendo que solo se mueven por el amor a los animales, me gustaría que investigasen un poco más.

Sin el toro, el trabajo y las tradiciones de estos hombres se perderían
Me gustaría que fuesen un día al campo a observar al toro. No en un coche ni en un tractor sino andando. Que dejasen el coche lejos de los cerrados y se diesen un paseo. Una vez allí que se sentasen debajo de un árbol y que se dedicasen a observar a los toros y a todo lo que les rodea. Quizás se llevarían una grata sorpresa y verían que al toro le acompañan muchos animales más. Que no solo es el toro. Que hay unos animales que trabajan día a día con los hombres del campo y que están allí gracias al toro. Las yeguas pastan libres con los lotes de vacas y, cada una, le da la vida a un potro todos los años. Esas yeguas y sus potrillos no tendrían sentido sino existiesen toros bravos. Los hombres no necesitarían caballos para trabajar a diario ¿Para qué criarlos?

Gracias al toro esta yegua dará a luz dentro de poco...
...y con el tiempo su retoño se transformará en un potro como éste
Observando tranquilamente al toro quizás se darían cuenta de más cosas. Podrían observar que el pienso que esparcen los toros alrededor de los comederos es la comida de otros animales que conviven con ellos. Las palomas viven en bandadas en los cerrados y se alimentan gracias al toro. Es común verlas volar de cerrado en cerrado aprovechando cada grano que se sale de los comederos. Si quitasen los toros ¿de que pienso comerían estas palomas?

Las palomas aprovechan el pienso que cae fuera de los comederos...
...y cuando los toros han terminado también se alimentan de lo que sobra
 Con suerte al volver al coche podrían ver una imagen inusual. Podrían ver que esas cigüeñas que van desapareciendo de las ciudades por la contaminación también son compañeras del toro. Ellas no se aprovechan de su alimento, se aprovechan de la tranquilidad y de la naturaleza pura y sin alterar que rodea al toro bravo. Viven con él y anidan en los árboles en los que el toro se rasca cada mañana. Aquí nadie las molesta. Si quitamos al toro ¿vivirían igual en las ciudades o en fincas cultivadas con pesticidas incluidos?

La cigüeña vuela tranquila alrededor del eral...
...y anida en los árboles que le dan sombra a los toros
Quizás al llegar al coche se darían cuenta de que no solo es el toro, que además hay muchos animales que viven gracias a él y que si se pierde el toro quizás se pierdan más cosas de las que piensan. Quizás tras este paseo entiendan porqué hay personas que aman a la naturaleza, a los animales y al toro a la vez. Puede que tanta belleza les haya abierto los ojos y que, al menos, pasen a entendernos y a respetarnos. Entonces estaría demostrado su amor por la naturaleza, al igual que lo demuestra el toro cuando muere en la plaza, que muere y con su muerte le da la vida a todos estos animales.

miércoles, 1 de mayo de 2013

"Ciclón", una infancia sin palabras

Hay veces que las personas necesitan un descanso. Para coger fuerzas, para, como dicen ahora, recargar las pilas, cambiar el "chip" por un momento para volver de nuevo a la rutina. Algunos necesitan viajar, otros dormir, hacer deporte, salir de marcha... Personalmente, mi descanso es el campo. Comer rápido y temprano, que se acaben las prisas ahí, y bajar al campo hasta el atardecer. Sentarme debajo de un árbol, en una piedra, en el suelo entre la hierba. Da igual, eso es lo de menos. Pasar la tarde y disfrutar. Hay veces que ves cosas especiales, como el canto de una perdiz, el juego de un becerro, una pelea de toros... pero otras ves pasar una tarde sin más, ves a las vacas pastar a lo lejos, la hierba mecida por el viento, la mariposa que vuela libre mientras el sol va cayendo y la tarde se va. Todo eso me relaja. Dejo la tarde en manos de la naturaleza y ella me responde.

El último día que estuve en el campo me senté entre la hierba. Las vacas estaban a lo lejos pero, por no molestar, no quise acercarme más. El olor a flores y a campo invadía el ambiente. Parecía ser unos de esos días en los que disfrutas viendo pasar la tarde sin más, pero la naturaleza tenía algo guardado. Las vacas se fueron acercando, poco a poco, mientras comían. Al rato estaba rodeado por ellas, seguían pastando y hasta escuchaba como arrancaban la hierba. Alguna cuando se acercaba demasiado me miraba con indiferencia y seguía a su menester sin hacerme ningún caso. Hasta que llegó él, el semental, Ciclón. Estaba entre las vacas y me vió. Se paró cerca y me miró. Entonces me habló. Los animales te hablan sin palabras, con su mirada, con sus gestos, con sus movimientos. Él se quedó allí quieto, mirándome fijamente y empezó a hablarme. Me contó con su mirada que recordaba cada mañana aquel día frío cuando su madre murió y Pepón lo recogió del arroyo. El paso de la yegua mientras sus patas rozaban las crines y Pepe lo sujetaba con sus manos. Me contó el miedo que pasó la primera vez que mamó de aquella cabra a la que llamaban "Ciclona", que después le cogió cariño y que, aunque algunas veces le daba en el hocico con las patas, sabe que a su leche le debe la vida.

Me contó que la leche de aquella cabra le dió la vida
 Entre tanto una vaca lo distrajo y se fue durante un rato. Esperé paciente sentado en la hierba y pasado un tiempo se acercó de nuevo. Volvió a mirarme fijamente y en su mirada pude leer que tenía un amigo. Que era un niño, de su misma edad, llamado Darío y que era nieto de Pepón. Me dijo que recordaba cuando, por primera vez, Pepe lo montó en su lomo. Eran dos niños, uno todavía llevaba pañales y el otro apenas si tenía pitones. Me contó que, a pesar de su bravura, no pudo hacerle nada y que aceptó esa amistad como agradecimiento a Pepón, era consciente de que aquel hombre le había salvado la vida.

Ciclón y el nieto de Pepón se conocieron de pequeños...
...cuando uno llevaba pañales y el otro apenas tenía pitones 
Me dijo que como tienen la misma edad, Pepe celebra su cumpleaños y el de su nieto juntándolos de nuevo como cuando se conocieron. Le había cogido cariño y la amistad se había consagrado.

Me dijo que se veían todos los años...
...y que Pepón lo montaba en su lomo como hacían de pequeños
Unas moscas le entretuvieron un momento y al poco tiempo volvió a centrar su atención en mí. Su noble mirada me contaba que aquel chiquillo había ido cambiando poco a poco. Que ya tenía más confianza con él y se quedaba un buen rato él solo sobre su lomo. Que había crecido y había cambiado los pañales por alguna camiseta de fútbol y que pesaba más, pero que a él no le importaba, esa amistad era una demostración de lealtad y de agradecimiento hacia el amor del hombre, hacia Pepón.


De nuevo vino la vaca en busca de su atención y Ciclón se fue. Esta vez tardó más tiempo en volver. Lo veía a lo lejos bastante ocupado intentando cortejar a aquella hembra y pensé que no volvería. Ya era tarde, apenas había sol y había que volver a casa. Me levanté del suelo y me fui andando en busca del coche, pero cuando vió que me alejaba Ciclón me volvió a mirar y pareció que me dijo que, a pesar de estar ajetreado, esperaba la vuelta de Pepón con su nieto para celebrar el siguiente cumpleaños.


Lo observé unos segundos más y me fui andando despacio de allí. La sonrisa no me cabía en la cara. No sabía si aquello era realidad o lo que reflejaba la mirada de aquel toro no era lo que yo vi. La tarde había pasado volando y parecía un sueño. ¿Había hablado con un toro? No sé, fue algo extraño que jamás olvidaré, una tarde fugaz y la mirada de aquel toro. Una historia demasiado perfecta para ser real, pero es lo que tienen los animales y la naturaleza, que hay días que te sorprenden con algo especial...