lunes, 31 de diciembre de 2012

La nobleza y su mirada

Hace poco muchas personas estaban nerviosas con el supuesto fin del mundo. Había nervios, incertidumbre, miedo... Preguntabas por ahí si creían en ese supuesto fin y la mayoría de la gente decía que no, pero en sus ojos se vislumbraba ese halo de nerviosismo, de no saber que va a pasar. A mí me daba exactamente igual. Porque en la corta vida que he vivido, además de vivir bien, he visto muchas cosas bonitas. Y una de las cosas más bellas que he visto ha sido el toro bravo en el campo. Solo con ver un día una camada de toros en su hábitat natural merece la pena haber vivido.
Observar a varios toros en su cerrado, de las cosas más bellas del planeta
Eso de llegar a caballo y meterte en un cerrado con un montón de toros bravos es impresionante. Al principio eres el centro de atención, todos te miran inquietos, te observan, te analizan. No te puedes acercar mucho. Corres el riesgo de que alguno se arranque o que simplemente se vayan corriendo y no puedas seguir observando su belleza.
Nada más llegar no te quitan ojo, sorprendidos de tu presencia
 Si tienes un poco de paciencia, te mueves tranquilo y respetas el sonido del campo al poco tiempo se relaja el ambiente. Empiezan a comer, se echan, se pelean, se rascan... Ya no molestas. Ese es el momento para disfrutar. Entonces puedes irte acercando cada vez más, suavemente, sin hacer ruido, sin molestar. Y te aceptan entre ellos, eres uno más.
Si eres paciente y cuidadoso te aceptan entre ellos como a uno más
 Tu caballo debe andar casi de puntillas y debes saber respetarlos. Si lo haces puedes acercarte casi hasta tocarlos. Pasas desapercibido por allí. Alguno te mira indiferente sintiéndose el rey del campo y al poco tiempo pasa de ti. En ese momento te sientes el ser más afortunado de la tierra. A centímetros de un toro bravo, viéndote reflejado en sus ojos, sintiendo su respiración tranquila, a veces su rumiar, sus movimientos... Puedes sentir su nobleza y, a la vez, la bravura en sus ojos, la maravilla de la naturaleza, del campo bravo y del toreo. Puede cogerte en cualquier momento, estás a su merced, a centímetros de sus pitones y, en conclusión, a centímetros de la muerte.
Con paciencia y saber estar puedes llegar hasta casi tocarlos
 ¿Por qué no se arranca? No se, quizás prefiere observarte como tú lo observas a él, quizás prefiere sentirse humano por un momento como tú te sientes toro bravo a su lado, quizás su nobleza reserva su bravura para el ataque... En definitiva da igual porqué no se arranca, lo que importa es la sensación que experimentas en ese momento. Después cuando te vas, llegas a casa y te acuestas hay algo que no te deja dormir. Piensas en esa mirada penetrante, en esa bravura latente tras esos ojos nobles, piensas que estuviste a un palmo de la muerte pero eso nos es lo que no te deja dormir. Lo que te quita el sueño es la sensación de haberte ido, de no haber disfrutado unos minutos más siendo toro bravo, sintiendo la bravura tan cerca, esa mirada brava y a la vez noble.
Sentir tan cerca esa mirada brava y a la vez noble...
 Después de sentir eso, de pensar esa noche horas y horas en la nobleza del toro no importa nada, solo quieres que llegue otro día para sentir lo mismo, pero da igual. Esa sensación vivida queda para siempre en tu retina y en tu mente. No se olvida jamás. Y desde entonces solo piensas en el toro, en su mirada, en esos ojos, en su nobleza, en su bravura. Y no importa nada. Como si el mundo se acaba mañana...

miércoles, 26 de diciembre de 2012

El Tentadero, escuela del toreo

Por fin las vacaciones de Navidad ¿Vacaciones? Más bien una tortura. Después dicen que el nivel de los estudiantes españoles está por debajo de la media. Como para no estarlo. ¡Nos hacen suspender! No porque los exámenes sean más complicados o menos, ni porque la materia sea más extensa o los profesores más estrictos. Lo que está mal es la fecha de exámenes.

Pretenden que después de estar casi dos meses en Cáceres sin venir a casa, con el clima frío de allí agobiando en todo momento, sin casi ver el sol porque todos los días hace niebla, metido en la ciudad lleno de ruidos, coches y contaminación... Después de todo eso llego a casa, a mi querido pueblo. Los días soleados desde temprano, con una temperatura ideal, la hierba crecida hasta los corvejones de las vacas, mi hermano hablándome de toros a todas horas, algún vaquero amigo llamándome diciendo que hay tienta que baje a verla, otro que quiere que le ayude a montar a unos caballos, mi abuelo esperando en su casa con la merienda y la consiguiente charla de toros... Y pretenden que estudie. Me intento aislar pero hay veces que es imposible. El campo me llama.
En el campo la belleza de la vaca brava con su retoño me espera
Y hay veces que respondo a la llamada. No lo aguanto y me escapo un ratito. El otro día fui a una tienta perfecta para aprender. Me acordé de muchos amigos aficionados que se inician en esto y que pocas veces han visto un tentadero. Solo tentaron dos becerras y fueron dos polos opuestos. Una la definición casi exacta de bravura y la otra de mansedumbre.

Que salgan dos becerras tan claras, tan definidas, tan diferentes, es un lujo. Nada más verlas salir algunos dijimos "está va a ser buena" y a la otra alguno le soltó "esta no tiene nada que ver". Una fue brava desde el inicio, queriendo comerse los capotes y a los que desde los burladeros la citaban, arrancándose de largo al caballo con galope y transmisión, siempre fija en la muleta, encastada, humillando, con importancia y transcendencia, en definitiva, una maravilla. La otra desde que salió estuvo aquerenciada, salía suelta siempre del capote y el torero iba tras la becerra por toda la plaza, para el caballo era bravucona y mentirosa, se arrancaba de largo pero cuando llegaba y sentía el castigo pegaba un salto y se iba, en la muleta acabó rajada. Perfecto para ver las diferencias entre la bravura y mansedumbre. Lo dicho un tentadero para aprender.

Pero en un tentadero no sólo se aprende de las vacas y de su bravura, también de muchas cosas más. En el tentadero aprende el ganadero de su ganadería, saca conclusiones de si lo hizo mal o bien enlotando a los reproductores, si el semental le sirve o no, del momento por el que pasa su vacada. Y tu puedes aprender de él, sobre todo si has visto tentaderos en otras ganaderías, de como le gusta el toro, como le gusta que le pongan la becerra, si las pica más o menos, si es más o menos exigente, y sobre todo, lo que va buscando.
El torero aprende a corregir fallos, a ejecutar suertes nuevas, a poner las vacas bien puestas al caballo, no como se hace en las plazas que se meten los toros debajo del peto, sino dándoles su distancia y con los capotazos justos. Y si estas atento puedes ver la habilidad del torero, su técnica, su estado de forma, su forma de torear.
El picador aprende a picar como se pica de verdad, aprende a citar, a colocarse, a cuadrar a la becerra, a darle el castigo que hay que dar, a no cerrarle la salida para ver así si es brava o mansa.
El varilarguero debe picar correctamente para que se vean las condiciones del animal
Los maletillas aprenden las bases del toreo, a cruzarse, a templar, a mandar, a sacar la becerra de la plaza e incluso a afrontar los revolcones y cogidas, en definitiva, aprenden del toreo. Y si los ves dentro de un tiempo puedes ver si han evolucionado, si crees que pueden llegar a ser algo en el toreo e incluso algunos tienen una amistad especial con alguna ganadería y en cuanto se rumorea la tienta algun vaquero lo llama para que pueda dar unos muletazos.
Y hay otro que no actúa pero que si es observador puede aprender incluso más que los que sí participan. El aficionado. En las plazas de tientas hay varios tipos: el que va a ver el torero famoso desde cerca, el que va a ver las becerras, el que acompaña a algún maletilla, el que está en su casa aburrido y se pasa por allí, el que quiere aprender...
Los maletillas se van rodando delante de la cara de los animales
En el tentadero todos aprenden, es la escuela del toreo. Y tras una mañana preciosa de tentadero tengo que ponerme otra vez con los libros. A echar horas y horas delante del papel para intentar aprender algo. Hago un esfuerzo y me intento concentrar pero pienso en lo que podría aprender en otro tipo de escuela, en el tentadero, en la escuela del campo. Al final acabo tirando los folios, me pongo la gorrilla campera y a seguir aprendiendo. Lo malo viene después cuando hay que enfrentarse al toro en el examen. Pero ¿ven como no es culpa mía? ¡Si es que nos hacen suspender! 

sábado, 22 de diciembre de 2012

¡Feliz Navidad!

Ya es 22 de Diciembre y con el sorteo de lotería nos metemos de lleno en las Navidades. Ésta es una época de felicidad, de reunión, de unión con la familia, de encontrarse con amigos, de olvidar las penas aunque sean muchas y de disfrutar de estas fiestas.
¡Feliz Navidad a todos!
"El Secreto de la Bravura" os desea que estos días olvidéis las penas y que paséis unas FELICES FIESTAS y FELIZ NAVIDAD. Que comaís muchos turrones y que los villancicos, ahora que no hay toros, nos alegren esta bonita época del año. ¡Un fuerte abrazo!

miércoles, 19 de diciembre de 2012

De la pista al campo: Doma Campera

El otro día estábamos varios compañeros en unas prácticas hablando de nuestro animal favorito. Mientras inspeccionábamos dos burras, y con el pretexto de que las burras no eran demasiado agraciadas, empezamos a hablar de nuestros animales predilectos. Unos decían que si el caballo, otros que si la vaca, a otro le gustaban los perros y los gatos, otro compañero decía que era más de pájaros y reptiles... Hasta que, durante aquella charla que amenizaba la aburrida práctica, me preguntaron mi animal preferido. Dije que el toro bravo y el caballo. Me dijeron que eligiese uno y dije que no podía ser, que mis animales favoritos eran el toro bravo y el caballo.
Mis animales predilectos: el toro bravo y el caballo
Y es que durante toda la vida, donde había toros, había caballos. Al igual que el vehículo de los oficinistas de las ciudades es el coche, el vehículo de lo vaqueros y mayorales del campo bravo es el caballo. Igual que no se entiende una ciudad sin coches, no se entiende el campo bravo sin caballos. Es parte fundamental, es la herramienta de trabajo.

Incluso se forjó una doma especial alrededor del vaquero, el toro y el caballo. La actual Doma Vaquera salió del campo. De la maestría de nuestros hombres de campo. Eso que actualmente ven en las pistas de competición, con movimientos numerados y calificados por un juez, nació en las faenas diarias de una ganadería. Ese movimiento llamado en pista "media vuelta", que tanto representa a este tipo de doma, nació en las faenas de apartado de reses bravas. Para parar la carrera de la vaca que, por ejemplo, se iba tras el becerro el jinete debía dar media vuelta, de forma rápida, sobre los pies del caballo. Si tardaba un segundo más la vaca se iba.
"Media vuelta" sobre los pies del caballo ejecutada por un caballo de campo
La conocida y espectacular "parada a raya" es el llamado "parón" del campo. En cualquier situación el jinete debía parar al caballo rápidamente y el animal con sus pies dejaba dos surcos o rayas en la arena de los cerrados. El "paso de costado" se ejecuta en el campo para el simple hecho de abrir una cancela.
Para abrir un cancela los caballos deben conocer bien el "paso de costado"
Y me gusta mucho este tipo de doma en pista. Cuando la practico disfruto mucho. Al igual que la Doma Clásica, aportando ésta una suavidad especial a tus manos. Pero no podemos olvidar los orígenes. Cuando veo un concurso de Doma Vaquera y veo a algún jinete haciendo las "medias vueltas" no puedo evitar imaginarme a un toro que intenta irse o a un becerro que no quiere ser destetado. Pero muchas veces me cuesta imaginármelo, porque es tanta la diferencia, se ha diluido tanto, que se parecen en poco.

El caballo de Doma Vaquera de pista ha perdido, en casi todos los casos, el aire campero. Se diferencia rápidamente el caballo de pista y el caballo de campo nada más verlos. Ese paso natural, con el vaquero mirando a sus vacas, mientras el caballo rompe el mosquero de oreja a oreja en cada tranco no se ve en las pistas. Allí es todo mucho más forzado. Los caballos de pista no son capaces de apartar una corrida de toros, ni de realizar un destete, ni de acosar a una res en un tentadero de machos. Pero la mayoría de los caballos de campo sí que son capaces de realizar una prueba de doma en pista. Decía D. Álvaro Domecq que cuando un caballo hacía un destete estaba domado y preparado para las restantes pruebas del campo.
El caballo con el mosquero de oreja a oreja mientras el vaquero repasa el ganado
Y es que a los caballos de pista les falta la esencia, el saber, la paciencia, la solera que da el trabajo con el toro. Las horas y las horas junto a su vaquero. Las tardes de lluvia y viento de invierno y los días interminables de calor del verano. Con su sudor se va fraguando su doma. Por eso cuando me preguntan cuál es mi animal favorito respondo que el toro bravo y el caballo. Porque como más me gustan ambos son juntos rodeados de campo. Y no entiendo el caballo sin el toro ni el toro sin el caballo.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Los toros del castillo: Torrestrella

Ya he escrito por aquí más de una vez que una de mis costumbres o aficiones es subir al cerro del castillo, allí en mi pueblo, Medina Sidonia. Me gusta observar el paisaje, escuchar aquellos sonidos, mirar y remirar las haciendas de las personas del pueblo alrededor del cerro y las grandes fincas a lo lejos. Me gusta escudriñar hasta el más último detalle, los arroyos, las vacas, la vegetación, los pueblos y los restos de otras culturas que pasaron por mi tierra. Siempre me gustó mucho la historia de mi pueblo y cuando subo allí me imagino cómo sería ese paisaje hace muchos años. Me imagino como viviría el pueblo alrededor del castillo, los ataques de otras poblaciones, la alerta dada a toda prisa por castillos vecinos... Y estando en semejante trance no puedo obviar aquella fortificación que se ve a lo lejos, el castillo de Torrestrella.
El castillo de Torrestrella en su estado actual
Fue una fortificación vigía que avisaba al castillo principal, situado en Medina, de cualquier ataque o circunstancia extraña que ocurriese. Más tarde fue propiedad de una orden eclesiástica y posteriormente sus paredes sirvieron de refugio para bandoleros. Actualmente el castillo está semiderruido y ya no es lo que era. Ya no andan por sus alrededores soldados, monjes o bandoleros. Ahora en sus alrededores corretean toros. Sus paredes cansadas de ajetreos, guerras y asaltos ahora descansan viendo la plácida y tranquila existencia de los toros bravos de la ganadería que lleva su nombre, Torrestrella.

Y es que el castillo no sería lo mismo sin la ganadería ni la ganadería sin el castillo. Su idílica unión comienza con la llegada de reses bravas a sus alrededores, a la finca "Los Alburejos", en el año 1954. Tres años más tarde, D.Álvaro Domecq, dueño de la ganadería, asombrado por la majestuosa presencia de aquel castillo en las cercanías de sus toros no duda en sellar la unión y nombra a su ganadería con su nombre. Desde entonces las reses de la divisa azul y oro llevarán para siempre el apodo de Torrestrella.

D.Álvaro creó un encaste propio alrededor de la fortificación con reses de Curro Chica, Carlos Núñez y Jandilla, teniendo un resto de sangre Veragua diluido en toda la mezcla anterior. La alquimia del ganadero ayudado por la romántica presencia del castillo hizo un toro especial. Este toro es un toro hondo, mediano, con buen morrillo, con encornaduras bien desarrolladas y con multitud de pelos, entre los que destaca el clásico burraco de Torrestrella.
Clásico toro de Torrestrella
 El ganadero alrededor del castillo no sólo creó un encaste y formó su ganadería. Además construyó un templo del campo y la bravura en "Los Alburejos". Numerosos patios con leyes del caballo y el toro en sus paredes, reunió a los mejores hombres del campo, formó a su hijo y a sus sobrinos como rejoneadores, aunó la tradición y la modernidad en la plaza "Virgen del Recuerdo", y lo más importante, sentó cátedra con sus toros.
"Los Alburejos" es un templo del campo bravo, del toro y del caballo
 Y es que el idilio del ganadero jerezano con el castillo siempre le ayudó en la selección. El castillo le inspiraba y a cambio sus toros hacían famosa la leyenda de aquella fortificación llevando su nombre por las plazas más importantes del mundo. Gracias a la ayuda del castillo los toros de Torrestrella salían bravos. La ganadería se hizo famosa en poco tiempo y la querían todas las figuras de la época.

Toros como "Chiflado", "Ojosnegros", "Vidalarga", "Castellano", "Gamonero", "Buenasuerte", "Abrileño", "Gitanito", "Alicantino"... premiados con vueltas al ruedo en Madrid y Sevilla, con premios Carriquiri al mejor toro de San Fermín o incluso con el indulto, daban lustre al palmarés de la divisa. 

Pasado un tiempo los toreros la dejaron de lado porque la unión del ganadero y el castillo se hizo tan fuerte que aquellos toros multicolores salían demasiado bravos. Eran encastados, con poder, con transmisión, eran bravos. Hasta que aquella relación idílica, ejemplar y mística se rompío con el fallecimiento del hombre. El castillo lloró su ausencia y aquellos toros ya no salían tan buenos. La ganadería sufrío un bajón importante.
La idílica relación de los toros con el castillo se rompió al fallecer D.Álvaro
 Por herencia la vacada de D.Álvaro cayó en las manos de su hijo y sucesor. A este señor, al principio, le costó coger un poco el ritmo a la ganadería de su padre. Derrochaba afición, tesón y trabajo pero no obtenía los frutos deseados. Sabía mucho del toro pero no tenía la ayuda de la fortificación que desde lo alto del cerro protegía a sus toros cuando todos dormían.

Pero D.Álvaro Domecq Romero parece que está volviendo a recuperar la ilusión de las rocas y paredes de aquel castillo medio derruido y éste recompensa al nuevo ganadero con bravura como lo hizo con su padre. Prueba de ello es la temporada pasada donde los toros de la divisa azul y oro dejaron de nuevo su huella siendo premiados en Burgos, Sevilla, Zaragoza o Bilbao. La ganadería está volviendo por sus fueros, los toros salen encastados, Torrestrella vuelve a resonar por las mejores plazas del mundo y aquel castillo que se ve a lo lejos desde el cerro de Medina vuelve a ver la bravura nacer a su alrededor.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Domingo Flor, una leyenda viva

Una de las familias del campo bravo más populares y conocidas son los "Flor" de Medina Sidonia. Numerosos mayorales y vaqueros han salido de esta gran familia. Sus vidas han ido de la mano de multitud de ganaderías importantes y muchísimos toros de bandera han sido criados entre sus manos. Pero de todos ellos el que más me llama la atención, el que más aficionado me parece es Domingo.
Domingo Flor un sabio del campo, el toro, el caballo y la garrocha
Se llama Domingo Flor Parrado pero muchos le conocen con el cariñoso apodo de "El Arrugao". Y es que Domingo refleja en su mirada 65 años de sol, lluvia y levante. 65 años alrededor del toro bravo, alrededor del campo andaluz. Muchos años a lomos de un caballo o incluso una burra.

Porque así fue como empezó todo. Domingo, cuando todavía era un chiquillo, guardaba cochinos por los campos de Medina Sidonia montado en una burra. Y un buen día iba con su burra por un camino cuando se encontró con un señor varios años mayor que él, que no era ni más ni menos que D. Salvador García Cebada. El ilustre ganadero viendo el arrojo que derrochaba aquel chavalillo con aquella burra le propuso un desafío con el fin de reírse de él un rato. Tenía D. Salvador una yegua que era bastante complicada y que era casi imposible de montar y le propuso al joven montarla. Aquel chaval era bastante arrojado y se montó decidido en aquella yegua. Al poco tiempo salía el mozo por las orejas pero no le daba tiempo a caerse que otra vez estaba montado. Así sucesivas veces. D.Salvador supongo que conseguiría su propósito, que era reírse un rato, pero no pasó desapercibido el arrojo y el valor del chaval.

Al poco tiempo D. Salvador, impresionado con aquel joven, contrata para su ganadería no sólo a Domingo, también a sus dos hermanos, Antonio y Manolo. A Domingo lo pone de encargado de las cuadras y los caballos, debido a su manejo con los equinos. A Antonio lo puso encargado de los toros y posteriormente se convertiría en mayoral de la ganadería, y a Manolo lo puso encargado de la maquinaria y el pienso.

Pasaban los años y Domingo y sus hermanos iban aprendiendo el oficio con su hacer diario. Además tenían otros alicientes. No era difícil aprender y aficionarse al toro viendo como se formaba la ganadería de Cebada Gago mientras en los tentaderos tentaba D. Salvador junto a D. Álvaro Domecq y Díez. De todos estos años y de todos aquellos toros fue aprendiendo Domingo.
Todavía nos demuestra su saber por los correderos de nuestro campo bravo
 Tras una época en "La Zorrera" Domingo abandona al que fuese su descubridor D. Salvador y se marcha con un ganadero nuevo y emergente, D. Juan Torres. Este ganadero para formar su ganadería compra desecho de Mª Carmen Camacho y Nuñez del Cuvillo y posteriormente agrega algo de Jandilla. Y Domingo, mayoral entonces de Torres Gallego, va metiendo en su memoria las vacas, sementales, toros y novillos mientras que comienza la andadura esta joven ganadería.

Tras toda una vida dedicada a "La Canaleja" y a su ganado Domingo lleva junto a Pedro Torres, hijo del fundador, todo el entramado de la vacada. Y pese a su edad nos demuestra en su trabajo diario la maestría que ha ido adquiriendo durante todos estos años. Doma todos los caballos de la ganadería, ampara al ganadero y a su familia en las labores del campo, con especial atención al tentadero de machos, y sobre todo, los ampara en la selección. En las retientas de machos Domingo es especial. Los pone al caballo e interpreta signos que nadie ve. Mientras todos observamos al animal fijo, parado, cuadrado, Domingo puede decir de repente "Puerta, que no sirve". Cuando luego le preguntas porqué le abrió te dice: "¿No viste que miró hacia el lado?" o "Se lo pensó mucho" "Bajó la cabeza"... Un sinfín de detalles a los que sólo él tiene acceso. Y el ganadero lo sabe y le da vía libre, sabe que Domingo sabe de esto más que mucha gente, y que aquellos tentaderos de D. Salvador y D. Álvaro marcan para toda la vida.
Un binomio especial. Total confianza de D.Pedro en su mayoral
Actualmente Domingo Flor sigue fiel en su ganadería con sus caballos y sus toros a la orden de D. Pedro Torres. Y el trabajo de este buen binomio está teniendo sus frutos. La ganadería se está viniendo arriba y sale bastante brava. De aquí a unos años si los detalles de Domingo siguen saliendo en los tentaderos estaremos hablando de una ganadería puntera.
Los "niños" de Domingo demuestran su bravura en el tentadero de machos
Hablando de él, guardó cochinos, vió como se formó la ganadería de Cebada Gago, forja con sus manos la ganadería de Torres Gallego, pero lo más importante, sabe del campo, del caballo y del toro como pocos saben. Es un bohemio del campo, es leyenda viva, es Domingo Flor "El Arrugao".

lunes, 10 de diciembre de 2012

El "Borracho" en el cerrao "De la tabla"

Esta historieta no es ficticia, es real, como la vida, como el toreo, como el toro. Me vino a la memoria el otro día mientras hablaba con mi abuelo, sentados en la estufa, viendo algunos videos de toros antiguos. Y hablando entre unas cosas y otras mi propia mente, mi subconsciente, me recuerda la historia de "Borracho".

Llegaba yo del colegio con cinco o seis años y había que comer rápido. No me acuerdo fielmente de todo porque era muy pequeño pero sí recuerdo el instinto. Comía a toda prisa, nervioso, lo ensuciaba todo y me ponía perdido, dejaba la mitad del plato pero daba igual. Tras la rápida comida había que cambiarse. Primero la camisa, ayudado por mi madre claro está, posteriormente los pantalones vaqueros y el jersey. Después bajaba corriendo por las escaleras a buscar a las botas camperas. Más que botas eran botitas y, por último, la gorra de campo. Ya estaba listo y a la vez me sentía aliviado, ya mi abuelo no me tenía que esperar.

Después de las carreras mi corazón parecía que se iba a salir del pecho y, como las mascotas cuando esperan a sus dueños, me subía al despacho de mi padre. Desde allí, en silencio, esperaba y escuchaba. Al poco tiempo escuchaba al "Patrol" aparecer por la otra esquina de la calle. Mis nervios aumentaban, bajaba de nuevo las escaleras y cuando llegaba mi abuelo ya estaba en la puerta esperándolo. Generalmente entraba a tomarse un café y eso a mí me molestaba un montón, pero no decía nada, estaba feliz. El café se me hacía eterno. Cuando nos íbamos y me montaba en el "Patrol" me sentía el niño más feliz del planeta.

Recuerdo que sacaba un poquito la cabeza por la ventana para ver el hierro de la ganadería plasmado en la puerta del coche. Lo hacía todos los días, como si se fuese a ir el hierro de allí. El viaje hasta "La Quinta", que no eran más que cinco minutos, se me hacía interminable.

Cuando llegábamos me sentía feliz. Bajaba del coche y me ponía a corretear de un lado para otro. Lo primero que hacía era ir corriendo al despacho de mi abuelo. Entraba antes que él y cuando entraba se me quitaban las prisas. Aquello para mí era como un santuario. Allí se respiraba bravura. Miraba y remiraba las cabezas de toros, los hierros, cuadros y trofeos, pero lo que más me llamaba la atención de aquel magnífico lugar era su olor. Allí olía de una forma especial. Era un aroma antiguo, añejo, campero, bravo. Una delicia. Todavía cuando entro en algún lugar antiguo y huele parecido lo primero de lo que me acuerdo es de aquel despacho.

Y mientras mi abuelo se ponía con los libros, los papeles, el ordenador o alguna otra cosa yo esperaba sentado. Si me aburría me iba a dar una vuelta solo por allí y me sentaba a observar la inmensidad del campo, pero siempre esperaba media hora de cortesía por si había algo especial. Y esa tarde lo hubo. "Vamos al coche" y mis nervios se ponían a cien por hora de nuevo.

Aquella tarde pude comprobar una de las cosas más bonitas del campo bravo, el amor de un ganadero por sus sementales. Recuerdo que íbamos por el carril y a la mitad más o menos nos metimos campo a través. Y justo al lado de un arroyo allí estaba. Era un semental muy viejo y estaba tirado en el suelo cerca del arroyo. Aquel toro estaba esperando la muerte, tumbado hacia el lado derecho, dejando ver a todos su número 81 para que hasta el último momento todos supieran que era él, para que recordasen que era el padre del "Jerezano" y del "Vinatero", para que recordasen su bravura. Pero no hacía falta, nadie lo iba a olvidar.
Uno de los descendientes de "Borracho"
Esa tarde nos fuimos y durante todo el día siguiente no pude dejar de pensar en el "Borracho". Estaba en el colegio y no podía quitar de mi mente ni por un instante aquel toro negro mulato con aquellos pelos blancos alrededor de los ojos por la edad. La espera de esa tarde fue todavía peor. Estaba nervioso por tener noticias de aquel toro. Esperaba tener la noticia, esperaba que hubiese descansado ya para siempre, pero no.

Fuimos a verle de nuevo, seguía allí, en el cerrado "De la tabla", tumbado y todavía vivo. Hubo algo que me llamó la atención y era que a su lado había una especie de plato. Esa mañana le habían dado de comer y para él era el pienso y el agua que llevaba Nicolás, el vaquero, en el coche. Se bajaron mi abuelo y aquel vaquero y le dieron agua y pienso remojado. El "Borracho" a sus dieciocho años ya no tenía muelas y no podía masticar.

En esta tesitura seguimos toda la semana. Aquel semental viejo empezó a ser parte de nuestra rutina. Todas las tardes esperaba nervioso el momento de ir a ver a aquel toro. Tenía muchas ganas de bajarme y verlo más de cerca pero por precaución no me dejaban.

Toda esa semana estuve pensando en él. Hasta que una tarde ya no fuimos a verle. Nadie me dijo nada pero no era difícil entenderlo, el "Borracho" por fin descansó para siempre.
"Borracho" dejó su sello "negro mulato" para siempre en la ganadería
 De esta historia, incluso siendo tan pequeño y casi sin darme cuenta, aprendí varias cosas. Primero el amor de las personas del campo por sus toros y, en especial, por sus sementales. También que el toro bravo es bravo hasta el final. Otra de las cosas que me enseñó aquel toro fue a afrontar la muerte y a saber que uno no se va de este mundo hasta que no le llega su hora. Y, por último y más importante, que en esta vida hay que ser justo, y que si aquel toro había derrochado bravura en la ganadería no se le podía dejar morir de hambre o de sed, había que acompañarlo hasta su último momento al lado del arroyo, en el cerrado "De la tabla".

viernes, 7 de diciembre de 2012

El "Soplo" de Rafael de Paula

Mientras veo el agua caer tras la ventana de mi cuarto recuerdo aquellas palabras de Rafael de Paula que decían "el duende, el ángel, el tal... yo me gusta llamarlo soplo, porque el soplo es una cosa que no siempre te llega, sin embargo, cuando te sientes "embargao" sin saber porqué y cuándo y en qué momento pues "eze" es el soplo". Que razón tenía el gitano de "Jeré". Sin embargo hay una parte en la que no estoy totalmente de acuerdo con él. Se que es un atrevimiento negarle algo al maestro y que seguramente me respondería con su habitual sinceridad y despecho, y me diría entre otras cosas que "quién coño eres tú" o "tú no sabes de ná" y, quizás, lleve razón y no sepa yo mucho de esto. Quizás por no saber pienso que sí hay un porqué.
Paula en una media, seguramente un día de "soplo"
 Quizás ese soplo salga de algún sitio y se transmita de un lado a otro. Pienso que es el aire que envuelve a algunas cosas especiales, la música que suena de algunos instrumentos, el "don" de muy poquitas personas.

Porque ¿entonces que sentido tiene que escuche la guitarra del genio de Paco de Lucía y me entren unas ganas locas de escribir, dibujar, montar o incluso imaginar? Las manos de ese hombre tienen un arte que te embriaga, te envuelve, te viene la inspiración, el soplo...

¿Entonces por qué aquella tarde que Paco Ojeda tentó aquellas cuatro becerras bajo la lluvia mientras el barro le llegaba a las rodillas nadie se movió del sitio aunque estuviese lloviendo a mares? ¿Por qué cuando dijo que quería otra becerra más mientras seguía lloviendo a todos se nos llenó de felicidad la cara? ¿Por qué ese tentadero no lo olvidaré en la vida? Porque allí hubo inspiración. Ese día el soplo nos calentaba y nos quitaba el agua de encima y todo daba igual. Jamás olvidaré a las becerras coloradas que se confundían con el barro, a aquel torero retirado que se sentía vestido de luces de nuevo, aquellas nubes que no querían dejar de ver torear y ese soplo que salía de aquella quietud, de aquel mando, de aquel torero.

¿Por qué Morante aquella tarde calurosa en El Puerto me hizo sentir en otro lugar y me hizo olvidar el calor para pasar al frío, al escalofrío mientras los vellos se ponían de punta y no podía creer lo que veía? ¿Por qué me dió igual el toro, las orejas y el tonto de al lado? Porque aquella tarde esas muñecas dieron las mejores verónicas que mis jóvenes ojos han visto. No sé si las más largas, profundas, correctas y técnicas, pero sí las más artísticas, más toreras y, como diría Paula, con más soplo.
El arte, la torería, la inspiración del capote de Morante
¿Por qué cuando ves a Juan Cid, mayoral de Torrestrella, montado a caballo, vestido de corto, crees que ves a un mayoral de hace doscientos años? ¿Por qué te hace sentir inferior a su lado? ¿Por qué te hace ver inalcanzable ese aire a caballo? Es fácil verlo pero difícil explicarlo. Te puedes poner sus zahones, su sombrero y su traje, puedes cojer sus caballos y su montura pero jamás tendrás ese aire campero que tiene él. Por mucho que lo intentes imitar. Como cae ese hombre a caballo cae muy poca gente. Será que tiene sabor y aire vaquero el hombre... y soplo, muchísimo soplo.
El aire antiguo, añejo, vaquero, de Juan es indescriptible
¿Qué explicación tiene entonces que cuando montas un caballo con buena condición y bien domado y que durante un simple paseo le pidas una media vuelta y te haga sentir que vuelas? Que te haga sentir que esa media vuelta nunca va a acabar, que es interminable, infinita. Que puedas tocar y sentir la suavidad de su boca a través de sus riendas y la fuerza y velocidad de sus patas a través de sus piernas. ¿Qué explicación tiene eso? ¿Será el soplo? Será, será...

¿Y que cuando veas a ese toro en el campo, bien plantado, rematado, mirandote serio, seguro de su fuerza y de su bravura, seguro de su belleza, te sientas el hombre más afortunado de la tierra por poder admirarlo? Que haga que quieras acercarte más y más a él pero no te atrevas, no por miedo a que se arranque sino por miedo a que se vaya y no puedas seguir admirando su belleza un segundo más. ¿Eso cómo se explica? ¿De dónde sale todo eso?
La belleza del toro, su poderío... te transmiten ese "soplo"
 ¿Qué será eso Dios mío? ¿Cómo lo cuento, cómo lo defino? Me vuelve loco. ¿Qué es? ¿La inspiración, el duende, el ángel, el soplo de Paula...? No lo sé. Sólo sé que todo eso me hace torear con una camisa o una toalla en mi habitación, me hace dibujar y escribir, me hace estudiar, soñar, imaginar, pensar, montar... Es como si, de repente, mi vida tuviese mucho más sentido, como si me recargase las pilas, la inspiración, el ángel, el duende, el soplo... Ah, ¿pero todos tenemos soplo? No... Eso es una cosa que viene y que va... Eso es una cosa... Eso es... Yo que sé, yo de eso no entiendo...

martes, 4 de diciembre de 2012

La Arrancada

Del toro bravo una de las cosas que siempre me llamó la atención es su comportamiento. Siempre estaba atento a las interacciones de los toros con sus compañeros y con el medio que les rodea. Me gustaba observarlos escarbar, reburdear, pelear, descansar a la sombra, correr, desafiarse, rascarse... Y siempre me gustó pensar porqué lo hacían. Había veces que lo asociaba a un cambio de tiempo o de temperatura, otras a que era la hora de comer, que había que organizar el puesto de cada uno enfrentando sus cabezas y pitones, que estaban descansados y tenían que hacer uso de esa energía acumulada, que alguna hembra se encontraba en celo en algún cerrado cercano, que alguno de ellos estaba enfermo...
Siempre me gustó observar el comportamiento del toro en el campo
Hacía mil cábalas y predicciones de porqué actuaban así en ese momento y no en otro, de porqué se miraban, se ponían de lado antes de la pelea, de porqué hacían grupos entre ellos...
Pero de todos los comportamientos que puede tener un toro bravo el que más me gustaba era la arrancada. Me gustaba muchísimo ver a un toro acometer contra lo que fuese y como fuese. Aunque lo hiciese hacia mí y el caballo que estuviese montando. Ver a un toro mirarte seriamente, avisarte de que se va a arrancar y, tras varios segundos, tenerlo pegado a la cola de tu caballo es una experiencia indescriptible.
Llevar a un toro arrancado a la cola de tu caballo es inigualable
 Y es que una de las cosas que aprendí con el tiempo es que el toro casi siempre avisa. Pocos toros fueron los que vi arrancarse sin avisar y pienso que sí avisaron pero, quizás, no siempre eres capaz de captar ese aviso. Pero salvo excepciones el toro en el campo casi en todas las ocasiones te mira serio, suele levantar la cara, pone todos sus músculos en tensión, si está comiendo, bebiendo o rumiando deja de hacerlo y cierra la boca y en muchas de las ocasiones desisten de arrancarse. Normalmente te avisan y pocas veces cumplen su aviso. En la mayoría de las ocasiones desisten de ello o porque tú captas el aviso y te quitas del medio o porque simplemente no lo consideran necesario, se dan la vuelta hacia su querencia y se van con paso arrogante y desafiante.
Debes estar atento, si te mira serio, levanta la cara y se pone en tensión te está avisando
Tras muchos años determiné que es raro que un toro se arranque en el campo. Aunque lo provoques es extraño verlo, quizás por eso me llamó tanto la atención siempre, por su rareza. Y por eso, por la menor posibilidad de observarlo es por lo que pude sacar menos conclusiones que de otros de sus comportamientos. Lo que sí aprecié es que el toro normalmente se arranca hacia su querencia, hacia su lugar habitual, donde está más cómodo. Si te pones entre su querencia y él normalmente se arrancará con un tipo de arrancada que es como una forma de escape: "o te quitas o te quito". Casi en todas las ocasiones suelen ser arrancadas sin demasiado peligro sobre todo si te quitas rápido, puesto que el animal rápidamente busca su querencia.

Otro tipo de arrancada es la que se realiza por enfermedad. Cuando un toro está enfermo, con alguna cornada, está cojo o le origina dolor el desplazarse normalmente se arranca para que lo dejes tranquilo. El vaquero evidentemente no lo quiere dejar tranquilo puesto que, por el bien del animal, quiere curarlo y casi en todos los casos la situación se vuelve complicada. Al final suele ganar la paciencia y la destreza de nuestros hombres de campo.

Hablando de arrancadas no podemos olvidar la famosa arrancada por orgullo, la del toro pegado. El toro suele estar solo, dejado de lado por sus compañeros, casi siempre tras alguna pelea. Y todos sabemos que el toro es un animal orgulloso y herido en su orgullo puede llegar a ser muy peligroso. Estas arrancadas suelen dar muchos problemas a personas ajenas a la ganadería. Y han sido muchos los esparragueros, cazadores furtivos, buscadores de tagarninas e higos chumbos los que han muerto en las astas de algún toro pegado. De ahí a que muchas fincas delimiten su territorio con la típica advertencia: "Peligro ganado bravo".
Es frecuente encontrar en los alrededores de las fincas de bravo algún aviso
 Y tras todas estas variantes hay muchas más que depende de cada toro y la situación. Tras todo este tiempo aprendí que hay arrancadas provocadas, otras nobles y templadas, mansas, rápidas, inesperadas, unas que  con sentido cortan terreno y otras que te siguen como un perro, unas que parecen que te van a coger y no lo hacen y otras en las que estás relajado y te machacan con dureza, algunas que son de verdad, por bravura, y otras que son para aparentar, de mansedumbre... También aprendí a soportarlas e incluso disfrutarlas, pero, por desgracia, también aprendí otra cosa, con cualquier tipo de arrancada, sea de un animal más grande o más pequeño, puede irse tu propia vida.